martes, 5 de enero de 2016

Noche de Reyes

Hace tres años encontré y compartí en este mismo blog este texto. Creo que es un buen momento para recordarlo ahora que parece que todo vale, ahora que importa más el YO, el PODER, el GANAR, ahora que se juega incluso con la ilusión de los más pequeños de la casa.

Está claro que cada ideología política tendrá sus medidas para mejorar nuestro país, pero no creo que utilizar la ilusión de los niños como arma arrojadiza sirva para mejorar nuestra sociedad.

Ahora somos todos muy machotes y "nos la pelan los Reyes Magos" y "odiamos la Navidad", pero no hace tanto eramos niños, y ya desde octubre sabíamos lo que íbamos a pedirle a los Reyes.

Volvamos a ser esos niños por un ratico...


Apenas su padre se había sentado, al llegar a casa, dispuesto a escuchar, como todos los días, lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, ésta en voz baja, como con miedo, le dijo:
- ¿Papá?
- Sí, hija, cuéntame.
- Oye, quiero...que me digas la verdad.
- Claro, hija. Siempre te la digo - respondió el padre un poco sorprendido-.
- Es que...- titubeó la niña-.
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?

El padre se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero solo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo. 
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva dijo:
- ¿Y tú que crees, hija?
- Yo no sé, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos...
- ¿Entonces es verdad? - cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió su padre cogiendo con sus dos manos la cara de la niña-.
- Entonces no lo entiendo, papá.
- Siéntate  cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre mientras señalaba con su mano el asiendo a su lado.
La niña se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre dispuesto a narrar lo que para el debió ser la verdadera historia de los Reyes Magos:

"Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarlo. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.

- ¡Oh si! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.

Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó: 
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito...

Los tres Reyes Magos se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escucho en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿que necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas-. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes, no existen tantos.
- No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes por cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, ¿como es posible? -dijeron los tres Reyes a la vez con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deberían querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
- Sí, claro, es fundamental -asintieron los Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron los tres cada vez mas entusiasmados.
- Pues decidme, queridos Reyes, ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:

- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, Yo ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte, regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contaran esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres como prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán con gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices."

Cuando el padre hubo terminado de contar la historia, la niña se levantó, y dando un beso a sus padres dijo: 
- Ahora si que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y corriendo se fue a su cuarto, y volviendo con su hucha en la mano dijo:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.
Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.  





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